“El fin de C. G. Jung es inminente; restan sólo algunas semanas y
algunos días, durante los cuales sus fuerzas van decreciendo. Hace meses
que sabe –y ocasionalmente lo dice- que está, según sus propias
palabras, «próximo a la partida».
Todavía siente deseos de pasear una
vez más en su propio automóvil. Hay que despedirse del mundo y de las
cosas que se hallan a su alrededor. La Bollingen terrenal se ha perdido
ya en el horizonte. Una y otra vez, su mirada se dirige al lago, desde
la terraza de su casa de Küsnacht. Sus últimos días transcurren entre el
dormitorio y el cuarto de trabajo, en el primer piso.
El 17 de mayo
sufre una embolia, un coágulo en el cerebro. Los pocos visitantes que
aún se presentan advierten en él una ligera dificultad al hablar. Ruth
Bailey, que se halla noche y día junto a Jung, cuenta: «Ocurrió durante
el desayuno… Después de algunos días volvió a recuperarse, y le costaba
menos hablar. Sólo que ya no podía leer bien, de modo que la mayoría de
las veces yo le leía en voz alta. Llegó dichoso, justamente cuando
tomábamos el té junto a la ventana de su cuarto de trabajo, le sobrevino
un ataque de apoplejía. Fue ésa la última vez que estuvo en su cuarto
de trabajo; desde entonces permaneció todo el tiempo en su dormitorio».
No conocía esta parte de la vida de Jung. Gracias. E.S.
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