miércoles, 25 de octubre de 2017

ALUMBRANDO LA CAJA DE ARENA - FERMINA PULIDO CORRALES






Hace nueve años que trabajo con la técnica junguiana de la Caja de Arena o Sandplay y sigo sorprendiéndome cada vez que la utilizo. A medida  que me acerco a ella, me parece más grande y profunda en su contenido, en lo que transmite a quien la hace y a quien participa en silencio, no en vano es una herramienta para el abordaje de lo inconsciente y sus manifestaciones e inferencias. De  igual modo que nos sucede con lo inconsciente, cada representación en la caja es única. Podemos abordar, bucear, explorar y su visión  nos permitirá abarcar un lenguaje interior más rico y completo, con una comprensión plena de sentido que nos permite avanzar en el conocimiento de la situación o problema, al tiempo que puede generar el propio autoconocimiento.

Cada vez el misterio que encierra en sus arenas y en sus figuras crece más  construyendo nuevamente distintos espacios y espejos, donde el ser y el símbolo se hacen presentes y vivos con sus procesos, adquiriendo nuevas formas simbólicas de contenido, que producen el movimiento psíquico o la visión de la imagen idónea, que nace justo en el momento que se necesita, comunicándonos así al terapeuta y a lpaciente, que todo está en movimiento y mostrando la quietud o inquietud del momento, señalando hacia dónde mirar.



Todos  los puntos de energía pueden tener su lugar y estar representados en el arenero,  los conflictos, las agrupaciones, las defensas, los complejos, los arquetipos, las fuentes de fortaleza o las funciones auxiliares del ser, símbolos sanadores y destructores de un ser que es  consciente e inconsciente a la vez, que se deja fluir a través del juego, de la construcción y deconstrucción para devolver el orden de nuevo hacia el lugar psíquico correspondiente a su Sí Mismo.

“Hacer Alma conlleva destruir Alma”, así lo decía Hillman y así lo expresa también el Dr. Javier Castillo Colomer en su libro “El valor del Sufrimiento”, en el apartado “El bendito impulso destructivo”, pag. 241: “….He querido señalar como el impulso destructivo cumple su función en la forja de nuestra alma. El problema aparece cuando no encuentra espacios imaginales (….) donde exista la posibilidad de reflexionar acerca de su sentido”. Esta herramienta junguiana y multimodal, por qué no, nos ofrece esta posibilidad. 

La relación con las distintas partes internas para su posterior unificación es ineludible cuando es el Sí Mismo el que rige desde su centro autorregulador, potenciando a través de la compensación la completud psíquica del individuo.
 
Cuando no hay imágenes internas que mostrar, cuando no hay simbolización, cuando no hay sueños y la imaginación está ausente, la caja de arena se abre y posibilita la entrada a un mundo donde la potencialidad del juego y la construcción, casi ritual, de la imagen va a favorecer que energías bloqueadas, reprimidas e inconscientes,  surjan de forma controlada dentro de un lugar seguro buscando y recorriendo su camino para poder reencontrarse con su parte más ausente, regalando así el espacio para este proceso de autorregulación psíquica y su propia e íntima  evolución, extendiendo el cambio hacia lo relacional externo también.

Así es la manifestación de lo inconsciente en un lugar seguro, es una ventana donde asomarse y participar de su movimiento. Dejarse inundar de su comunicación tan necesaria para ambos participantes es la clave en esta técnica. La función del analista consiste en observar, prestar los ojos externos e internos a la configuración profunda que rompe y nace en la luz de la arena. El analizado es el que actúa, el arquitecto que construye o destruye el mundo que atraviesa su consciencia sin ser juzgado, sin culpa, sin peligro de ahogarse, porque en su relación con lo inconsciente  tan sólo hay contemplación de lo que acontece, él es testigo en sí mismo, en un espacio que trae el tiempo para poder experimentar la muerte y el renacimiento a través de un arte que no pertenece al que lo hace. 

Tanto para adultos como para niños, la caja de arena facilita la expresión al no tener que dibujar, por lo que también en su aspecto más lúdico y creativo, es una herramienta que “dibuja y sella” la atmósfera y la memoria de los sueños y fantasías que pueden acontecer en la mente del individuo, mostrando su visión en la dimensionalidad del espacio para quedarse fijada en la consciencia.   

Hagamos un ejercicio, coge papel y lápiz y dejemos que la trama psíquica se apodere de nosotros, dejémonos inundar por la imagen siguiente y contestemos las preguntas…..lo que nos venga….Todo está bien…



¿Qué sería lo que más te puede sorprender en esta escena? ¿Qué símbolo te llama más la atención? ¿Qué crees que estarías  experimentando en esta situación escénica? ¿Qué figura elegirías ser en esta caja? ¿Qué evoca esta imagen en tu corazón? ¿Qué valores está expresando esta simbología para ti? ¿Qué transformaciones está habiendo en esta escena? ¿Qué tipo de resolución está manifestándose? ¿Qué dice esta escena acerca de la situación que vives? ¿Y  delos vínculos que aparecen en ella? ¿Qué nos está señalando y qué nos está enseñando?

miércoles, 18 de octubre de 2017

EL METRO COMO METÁFORA DEL TRABAJO ALQUÍMICO - CARMEN ALONSO ECHANOVE




Los detonantes de la siguiente reflexión fueron un sueño en el que un amigo dormía en el último asiento del autobús al que yo subía y una serie de enfados con el servicio de la EMT (Empresa Municipal de Transportes de Madrid), concretamente con la línea Circular, con sus conductores antipáticos y groseros, con los frenazos y acelerones que nos ponen a todos los viajeros en serio riesgo de acabar en el suelo, con la irregularidad en su frecuencia de paso que impide hacer un cálculo aproximado del tiempo que se necesita para llegar a destino y un largo etcétera; ambas circunstancias orientaron mi atención hacia un hecho insólito que había permanecido hasta entonces en estado oculto, pre-consciente, y que no era sino mi súbita afición por el Metro como medio de transporte.

Siempre he preferido el autobús al metro, me gusta ir por la superficie en medio de la luz, contemplar el paisaje urbano con sus comercios y transeúntes, distraer la atención mientras me dejo llevar. Sin embargo, en un momento determinado comenzaron a abrirse camino en mi conciencia las ventajas del metro, las más obvias, está claro, su velocidad constante y la regularidad en las frecuencias que garantizan, salvo imprevistos, la puntualidad, pero también asomaba alguna otra no tan obvia, como es la facilidad que descubrí para la concentración y el ensimismamiento y todo ello hizo que mis preferencias en el transporte fuesen virando de un medio a otro.


Cada vez que iniciaba el descenso por las escaleras hacia el vestíbulo lleno de máquinas expendedoras de billetes y de tornos que dan acceso a los andenes, notaba en mí un ligero pero excitante hormigueo, como el que se experimenta cuando se va a emprender una aventura. Conforme iban pasando los días, se fue configurando alrededor de este hormigueo una actitud que solo podría describir, para mi asombro, como reverencial, como si al bajar tramos y tramos de escalones me fuese acercando a algo indefinible, indescriptible, inexplicable y poderoso, es decir, inefable. Ocurrió, además, que cuando ocupaba alguno de los asientos vacíos del vagón y el tren iniciaba la marcha, entraba en un estado en el que los parámetros espacio-temporales parecían suspenderse y me sumía en una apacible ligereza de espíritu, no tenía prisa por llegar, no me incomodaba nada, no me impacientaba, no había el menor signo de impulso a la acción, pareciera como si lo único que tuviese que hacer fuera sentarme y estar, simplemente eso, estar. No entender nada de lo que me estaba ocurriendo y mi tendencia natural a analizar la realidad, me llevó por un lado a establecer una vaga analogía entre el Metro y la Psique y, por otro, a que me preguntara por lo que podría representar el Metro para que una parte desconocida de mi psiquismo lo hubiese elegido como huésped al que acogerse. La vaga analogía no pasaba de comparar el autobús, que circula por la superficie, con la Consciencia, y el metro, que transita por el subsuelo, con el Inconsciente. Además, se me ocurrió que este último tiene líneas más superficiales y de fácil acceso desde y a la calle que podrían representar el inconsciente personal, pero también tiene otras en niveles muy profundos que equivaldrían a esa parte de la psique individual que linda con el inconsciente colectivo, donde psique y materia apenas sí se diferencian.

viernes, 13 de octubre de 2017

DOCUMENTAL SOBRE CARL G. JUNG - SEGUNDA PARTE



DOCUMENTAL SOBRE CARL G. JUNG . PRIMERA PARTE

Está en inglés. Los subtitulos también en inglés están bastante bien.