lunes, 25 de julio de 2016

ELISA SAN OLEO - LOS MITOS - HERMES


(Una mirada desde la Psicología Analítica de C. G. Jung)


Con la llegada del solsticio de verano, en este 2016, coincidente con luna llena y recién frisada la noche del 21 de junio, nueva cita en y con “Aprender a Pensar”.


En la entrega de primavera y celebrando ¡los 40 años de Ediciones de la Torre! propuse adentrarnos en la riqueza simbólica de los mitos. HERMES/Mercurio, dios del Olimpo griego, es el elegido para esta entrega.

 Etimológicamente su nombre se relaciona con “herma”,  montón de piedras, mojones que indican los límites de las tierras y señalan los caminos. Por ello se le consideró dios protector de caminos y viajeros.



Nace de la unión de la más joven de las Pléyades,  Maya, con Zeus. Esta pareja constituye una de las más significativas infidelidades de Zeus, pues Maya, es semidiosa; las uniones entre divinidades y semidioses o humanos, inician estirpes de mortales heroicas pero no divinas. De esta unión surge uno de los doce dioses del Olimpo: Hermes,  alumbrado en una cueva del monte Cilene en la Arcadia. Al poco de nacer,  mostró una asombrosa precocidad para las trampas. Escapándose llegó a Tesalia, robó los bueyes del rebaño de su hermano Apolo e ideó una treta; puso “calzas” a las patas delanteras del ganado y lo condujo a una cueva para despistar y ocultar su robo. Volviendo a su gruta,  encontró una tortuga que mató, vació; con las tripas de los dos bueyes sacrificados construyó las cuerdas de la primera lira. Por ello es el inventor de la música. Cuando Apolo con sus artes adivinatorias descubre que su medio hermano es el ladrón, se presenta iracundo ante  Maya, que le exculpa, aunque sabe de la fechoría. Apolo le arranca a Hermes de la cuna y le conduce ante su padre. Hermes con su proverbial astucia ¡trató de engañar al todopoderoso Zeus! que rió la “gracia” pero le obligó a restituir lo robado. A Hermes no le queda más remedio que conducir a su hermano Apolo a la gruta donde esconde sus bueyes. Antes de entrar, cautivó al hermano, con la belleza del sonido de la lira. Apolo acepta perder  sus bueyes para poseer la lira: se instituye el trueque. Viendo el resultado, Hermes  improvisa  la flauta y Apolo anhela conseguirla ofreciendo a su hermano el caduceo de oro que usaba en su tarea de pastor.
 
Hermes acepta, convirtiéndose en uno de los símbolos que le representan.  


Seductor nato, Hermes tuvo infinidad de amantes y múltiple descendencia: Hermafrodito,  hijo bellísimo engendrado con la diosa Afrodita y al que el amor  rechazado y el abrazo eterno de la ninfa Salmácide le convirtió en bisexual. También le atribuyen la paternidad de Pan, dios del séquito dionisíaco, fruto de los amores con la ninfa Dríope


Zeus, le encarga todo tipo de tareas. En la Gigantomaquia lucha junto a su padre para matar al gigante Hipólito. En la Tifonomaquia, Hermes roba los tendones de Zeus a Tifón, devolviéndoselos a su padre para vencerle. Rescata a Ares, encerrado en un recipiente de bronce por los hijos de Poseidón.  Los celos de Hera convierten a Io, su sacerdotisa, en vaca blanca, pues Zeus la había seducido. Le pone de guardián a Argo, “el que todo lo ve” por  sus múltiples ojos.  Zeus le pide que la rescate y a Hermes no le queda más remedio que matar a Argo con una pedrada para rescatarla. En la Ilíada, acompaña compasivamente a Príamo, mítico rey de Troya, en la trágica escena donde suplica a Aquiles el cadáver de su hijo Héctor. Protege a Ulises contra los hechizos de Circe, en la Odisea, dándole una planta mágica.  A otros héroes les ayuda prestando sus instrumentos para que realicen sus hazañas como su espada a Heracles y el casco y las sandalias a Perseo.
 

En su diversidad de funciones, L. Kahn Liotard señala que dos aspectos enhebran la pluridisciplinaridad de Hermes, como guía y mediador entre la divinidad y los hombres, velaba los caminos,  a los pastores, acompañaba a los infiernos a las almas de los muertos en su función de psicopompo; y  la astucia, que facilita la trampa o la inteligencia práctica por ello fue  dios de la elocuencia, de los ladrones,  del comercio. Hermes recoge elementos significativos del inconsciente colectivo mediterráneo. Conjuga dos opuestos difíciles de integrar,  representando la faceta del mito del héroe granuja y tramposo además de ser el gran dios de la sabiduría hermética: Hermes Trimegistro, el tres veces grande, dios de la Alquimia.




“HERMES, Señor del Mundo, el que vive en los corazones, órbita de la luna, círculo y cuadrado, inventor de las palabras de la lengua, obediente a la rectitud, portador de clámide, calzado con las alas, el que gobierna la lengua que posee todos los tonos, profeta de los mortales…” Papyrus XVII (Strasburg), 1.179, 1ss

Actualmente puede “expresarse” en diferentes ámbitos. Estamos en la era de la comunicación inteligente, con toda la aportación del avance tecnológico puesto al servicio de los medios de transporte  (aviones, trenes de alta velocidad “que casi vuelan”/alas de Hermes) como en los medios de comunicación (radio, telefonía móvil, televisión, ordenadores…)


Esta peculiaridad de unir lo dispar, junto a la astucia, la inteligencia, la elocuencia, le han convertido en el mensajero de los dioses. Por tanto el dios Hermes/Mercurio porta en su mito la peculiaridad de transitar ambos mundos en su tarea de conector/mensajero, tarea especialmente necesaria para los tiempos que corren.



Elisa Sanz Oleo
Médico Psicoterapeuta




 

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