Rescate apuntes y conferencias impartidas en la sede del grupo Psique (Madrid)
en las décadas de los 70/80
(Continuación de Melanie Klein VII)
El término de
« regresión » ha sido utilizado por Freud para referirse, fundamentalmente,
al movimiento de retroceso de la libido. Este concepto de “regresión de la
libido” está íntimamente ligado a las conclusiones freudianas en torno al curso
de la libido, conclusiones, que abarcan un progresivo desarrollo, puntos de
fijación y regresión.
La sexualidad, que como ya sabéis,
para Freud es el exponente libidinal, pasa por varias fases: (oral, anal y genital).
El fin de cada fase, o mejor dicho, la finalidad, está condicionada por el
predominio de la zona erógena en cada etapa. Estas fases o etapas sucesivas no
desaparecen del todo, sino que según avanza el desarrollo libidinal se van
supeditando progresivamente, hasta que al final, todos los impulsos llegan a
integrarse bajo la primacía del órgano genital.
El orden de este desarrollo está
determinado biológicamente, aunque cada fase de su historia es muy sensible a
los acontecimientos psíquicos y a las influencias externas. Precisamente son
estos factores internos y externos los que pueden detener este progresivo
desarrollo, condicionando que una parte de la libido quede detenida en su
avance y fijada en cualquier punto o momento de donde surgen las dificultades. Estos
son los “puntos de fijación”, siendo definida por Freud la fijación como “un
apego particularmente estrecho del instinto a su objeto”
Las fijaciones tienen tres
órdenes de consecuencias:
- En primer lugar, dificultan el progresivo desarrollo
sexual.
- Como segunda consecuencia hemos de tener en cuenta
que puede limitar la capacidad del sujeto para la sublimación, ya que,
como sabemos, esta depende en cierto grado del renunciamiento a los
objetos primarios y a las formas de satisfacción directamente instintivas,
a favor de objetos y formas de actividad simbólicos.
- En tercer lugar también puede llevar a la
inhibición del desarrollo del yo, cuando este renuncia a determinadas
funciones que están ligada a fijaciones tempranas.
Este concepto freudiano y clásico
de las causas de la regresión siempre acentuó el estancamiento de la libido,
que, como ya hemos visto, podría surgir bien por factores externos
(frustración) o internos (fijación, inhibición del desarrollo o incremento
biológico de la libido como ocurre en la pubertad y en la menopausia). En cualquiera
de estas situaciones se provoca un aumento de la libido, la cual no pudiendo
ser adecuadamente utilizada perturba el equilibrio psíquico y produce una
tensión intolerable. En último término se hace patente el factor cuantitativo
de la libido como un factor de gran importancia. También es observable que, en
toda enfermedad mental, existe cierta forma y cierto grado de regresión de la
libido a puntos de fijación tempranos.
Pero a diferencia de Freud, la
escuela de Melanie Klein no tiene en cuenta tan solo la evolución de la libido,
sino que también tiene muy en cuenta el instinto de muerte con su correlativo
exponente de agresión. Hasta tal punto esto es tenido en cuenta que llega a
considerar a la regresión como estrechamente ligada al fracaso de la libido en
el dominio de los impulsos destructivos y a la ansiedad concomitante.
Por lo tanto, la enfermedad
mental no se encontraría tanto en la regresión de la libido como se encontraría
en la irrupción de los fines destructivos primarios. M.K. considera que existen
unos puntos determinados que son los factores causales de la fijación y de la
regresión. En primer lugar se encuentran los sentimientos, los cuales están
profundamente afectados, tanto en lo que se refieren a su cualidad como a su
intensidad, y según el estadio del desarrollo.
Cuando nos paramos a considerar
las distintas posiciones del desarrollo infantil ya tuvimos ocasión de
comentarlos. Son estas emociones las que contribuyen a determinar las
fijaciones, y por lo tanto, la historia posterior de la libido.
Además del amor y el odio, la
influencia de la ansiedad sobre todo en el desarrollo libidinal es muy
compleja. Cuando está intensamente estimulada contribuye a una fijación de la
libido en ese punto dificultando la evolución progresiva. Pero curiosamente,
estas fijaciones provocadas por la ansiedad, en parte, deben entenderse como
una defensa contra ella, porque, si como ya habíamos visto, la ansiedad surge
de la agresión, esta agresión que provoca tan grave malestar ha de ser
dominada.
Se trata entonces de un difícil
trabajo encomendado a la libido, ya que será necesario dominar y neutralizar a
los componentes agresivos. Mientras la libido tenga por delante y como objetivo
esta función, no puede avanzar libremente hacia otros nuevos fines; es libido
utilizada, fijada, no disponible para la genitalidad.
Freud había señalado que era la frustración
la que inicia la regresión, sin embargo, la escuela kleiniana considera que la
regresión no es fruto tan solo de la mera paralización, sino que considera que
la frustración hace surgir el odio y la agresión y que este odio y esta
agresión provoca a su vez, ansiedad. Y
estos sentimientos una vez que se han puesto en marcha, reactivan el sadismo
pregenital siempre presente. Esta es la situación que hace a la libido
retroceder hacia sus formas anteriores con el fin de volver a neutralizar estas
peligrosas fuerzas. No obstante, cuando la ansiedad no es abrumadora, contribuye
a estimular la libido en su desarrollo progresivo.
Como es lógico, solo se comprende
la forma en que actúan los impulsos y los sentimientos para provocar la
fijación la regresión si se tienen en cuenta las fantasías que tan importante
papel juegan. Acordaros que ya Freud habló del papel preponderante que ocupan
las fantasías en las reminiscencias que padecen la histérica y en las neurosis
obsesivas. Fue a partir de este conocimiento como pudo Freud elaborar el concepto
de “realidad psíquica” como diferente de
realidad externa o material.
M.K., ahondando en los procesos
psíquicos ha encontrado que el factor más poderoso en las fijaciones orales es
la ansiedad provocada por las fantasías canivalísticas , pues el miedo al
objeto interno, que esta devorado y destruido, solo puede aliviarse por el
placer oral continuo.
Aparte del componente destruido
en las regresiones, la escuela kleiniana considera que hay una superposición
entre las diferentes fases del desarrollo. Pero es que, además, también tiene
en cuenta la existencia de un continuo movimiento regresivo y progresivo, como
una especie de oscilaciones, a veces muy rápidas, entre los diversos momentos
emocionales y toma de posturas, aunque la situación básica esté presidida por
una y otra fase.
Dado que ya habíamos visto la
precocísima implantación del superyo en
los esquemas conceptuales de la Sra. Klein, piensa que hay que conceder un
papel importante a este precoz superyó dentro del proceso regresivo, porque,
una vez puesta en marcha la regresión, entra en juego el temor al superyó, esto
es, al objeto interno que se venga y odia, y que a su vez, estimula la
necesidad de odiar y luchar con todas las armas del sadismo pregenital.
Otro progreso importante en la
comprensión y utilización de la regresión que se ha logrado principalmente
gracias a los trabajos de la Sra. Klein con niños y psicóticos, es que la
fijación puede enfocarse no solo negativamente, sino también fructíferamente,
no solo bajo el punto de vista de pérdida de terreno, sino también desde el
punto de vista de la progresión. (Os recuerdo también los trabajos de Jung
referentes a este punto)
Como por motivos de programación
no hemos podido estudiar a K.Abraham que el
psicoanalista de M.K. cuando esta residía en Berlín, creo, no obstante,
que hemos de tener presente que este fue el precursor de M.K. en el estudio
sistemático del papel que juegan los impulsos destructivos en el desarrollo
humano. En el año1924 publicó su libro “La evolución de la libido” y si bien es
cierto que para entonces ya había publicado Freud “Más Allá del Principio del
Placer” no por eso vínculo sus conocimientos acerca de la destructividad con el
instinto de muerte. Pero pudo demostrar que, en distintas enfermedades
mentales, los instintos destructivos también tienen una evolución.
Abraham subdividió la fase oral
en dos estadios: el de succionar y el de morder, vinculando este último con la
aparición de la dentición. A diferencia
de M.K. sostuvo que el estadio primero, el de succión, estaba exento de
impulsos agresivos, siendo el segundo, el de devorar mordiendo, donde aparecía
el primer fin destructivo. Mientras en el segundo periodo de la fase anal
aparece una modificación de los instintos muy digna de ser tenida en cuenta. En
ella predomina la retención, evitando el intento de completa destrucción de las
fases anteriores, pero pagando el objeto así tratado el precio de estar
sometido, retenido y controlado. Y según Abraham, en el estadio final del
desarrollo, la fase genital, es cuando desaparece la ambivalencia y hay
completo amor al objeto.
Continuará…
Apuntes
cedidos en su día por la Dra. Mª Luisa Herrero