Rescate apuntes y conferencias impartidas en la sede del grupo Psique (Madrid)
en las décadas de los 70/80
FANTASÍA, INSTINTO DE MUERTE,
ENVIDIA, VORACIDAD Y CELOS.
(Continuación de Melanie Klein III)
El término "fantasía"
se ha aplicado, normalmente, para los pensamientos conscientes también llamados
ensueños diurnos. Se utiliza, además, para indicar un contraste con la realidad
externa", si bien, como ya iremos viendo, esta apreciación subestima la
propia realidad interna la cual es capaz de trocar o modificar la percepción.
Toda la obra de Melanie Klein se
asienta sobre otro concepto de la fantasía; la fantasía inconsciente,
comprendida y definida esta como el correlato psíquico del instinto. Se trata
de la expresión mental del instinto y que como éste, existe desde el comienzo
de la vida. No puede existir, por lo tanto, ningún impulso ni ninguna necesidad
instintiva, que desde las edades más precoces no vaya acompañado de su
correspondiente fantasía inconsciente. Es precisamente que gracias a esta
fantasía, todos los impulsos, todos los sentimientos y todas las formas de
defensa poseen una vida mental propia del humano, confiriendo por ello a todo
sujeto nacido las bases en un progresivo desarrollo, tanto en lo que se refiere
a su o hominización (problema en relación con la especie), como lo que se
refiere a su propia individualidad (problemas relaciónados con el desarrollo
personal).
Como es lógico, el objeto de
dichas fantasías será el adecuado para cada fase del desarrollo, esto es, el
que ocupa el lugar más necesitado y por lo tanto significativo y que duda tiene
de que por significativo y necesitado también será verdaderamente problemático.
Pero gracias a ellas es cómo surgen las direcciones, los propósitos y las
finalidades en el ser en crecimiento. Son las que convierten al fenómeno vida,
en vida humana. Toda la obra de Melanie Klein se extiende, como ya iremos
viendo, en el contenido de las mismas y en su comportamiento, la proteico y
cambiante como la vida de los contenidos de los sueños.
Como la creación en las fantasías
es una función del yo, de las cuales es mediador, surge por ello el problema de
tener que atribuir al yo del bebé un grado de organización mayor del que le
atribuía Freud, lo cual ha sido un motivo de polémicas. Pero es que hay que
tener en cuenta que desde que el bebé nace a de enfrentarse con el impacto de
la realidad, desde la dureza del nacimiento hasta la necesidad de alimentarse,
conservar el calor etc. Precisamente son estas experiencias frente a la
realidad exterior las que inmediatamente desencadenan el trabajo mental de las
fantasías inconscientes, las cuales, a su vez, incluyen fundamentalmente en las
formas de sentir las propias experiencias frente a la realidad externa.
Las fantasías inconscientes,
pueden ser consideradas como mecanismos de defensa, puesto que su objetivo es
el de satisfacer los impulsos instintivos y, creo yo, empezar a comprender el
mundo.
Estas fantasías primarias están
todavía muy lejos de su posible formulación en palabras, y por lo tanto,
también muy lejos del pensamiento consciente racional; no son fantasías
determinadas por el pensamiento lógico, sino que están propiciadas por otro
tipo de lógica, la lógica de la emoción. Aún en el adulto y cuando ya está
desarrollado en lenguaje, estas fantasías verbales persisten conjunta e
independientemente de las propias palabras, porque los profundos sentimientos y
significados, son mucho más antiguos que el lenguaje. Y esto tanto en lo que se
refiere a la historia y experiencias del tronco humano, como lo que se refiere
a la niñez e historia de cada individuo. Más adelante, y comentando los estudios
de otros autores, veremos con más claridad la excisión que se produce entre la
esencia del individuo y la palabra, y de qué manera esta es siempre
insuficiente para hacer referencia a la riquísima experiencia afectiva de los
hechos percibidos, sentidos o aún imaginados.
También las imágenes visuales son
un poco posteriores a la iniciación de la vida emocional, si bien las imágenes
que se presentan en nuestros sueños pueden tener una elevadísima carga
emocional.
La primera
"alucinación" o realización de deseos fantaseada está propiciada por
la sensación y el afecto. El niño con hambre o malestar nota en su boca o
vísceras sensaciones cuyo significado para el es, o bien le hacen algo, o bien
es él el que hace lo que desea o teme. Las propias contracciones estomacales
provocadas por el hambre puede ser ya el origen de fantasías inconscientes de
morder o ser mordido. Y es de esta manera como, desde el comienzo de la vida,
una realidad subjetiva e interna va estrechamente ligada al a la percepción de
la realidad objetiva, entrelazándose en el terreno de la fantasía inconsciente
y de una manera muy íntima, el mundo subjetivo con la realidad objetiva. A
partir de aquí y a medida que el desarrollo avanza, van a intervenir también en
estos dramáticos juegos los órganos de los sentidos con sus progresivas
contribuciones, si bien permaneciendo como básico y estructurante la
interpretación del mundo externo, a partir de las vivencias internas, y a su
vez estas, se estructurarán con arreglo a como es percibido el mundo exterior.
Toda clase de impulsos del bebé,
como también sus propias excreciones, pueden ser vividos en las experiencias
infantiles tanto buenos como malos, y como el niño tiene tan pocos recursos a
su alcance para demostrar su amor y su odio, tiene que echar mano de sus
propios productos (su capital) y su limitada acción corporal (su poder) para
manifestarse. Tanto su sonrisa, como su llanto, su voz, su orina y sus
excrementos son vehículos expresivos de sus sentimientos.
Las fantasías más tempranas
pertenecen al dominio de lo que Freud llamó “proceso primario”. En esta
situación iniciática, la experiencia está gobernada por respuestas de “todo o
nada”, y por lo tanto la ausencia de satisfacción no puede ser relativizada, no
puede quedar temperada por ningún tipo de consideración, por lo que es vivida
como la provocación de un verdadero daño. Además de que en este “proceso
primario” está ausente el sentido del tiempo, la capacidad de discriminación de
la realidad externa, la contradicción y la negación.
Relacionados con estas fantasías
precoces surgen unos métodos o mecanismos fundamentales de funcionamiento de la
vida mental llamados “introyección” y “proyección”. Por introyección entendemos
el mecanismo psíquico a través del cual nos apropiamos de los contenidos
psíquicos del mundo externo. Introyección es el equivalente en el plano
psíquico al de ingestión en el plano físico, si bien ambos se desarrollan
parejamente. Por proyección se entiende el mecanismo contrario, es decir, la
colocación o abandono de elementos del yo, lo cuales son atribuidos a personas
o cosas del mundo externo. El mecanismo de introyección, aunque está en íntima
relación con la apropiación del pecho de la madre, tiene una significación más
amplia.
Es la fantasía la que media entre
el instinto y los mecanismo del yo a los que acabamos de referir, porque
cualquier actividad que parte de los impulsos instintivos para su realización
necesita de la fantasía concomitante, que, en último término, es esta la que
propone los objetivos fundamentales para cualquier acción, como son el objetivo
concreto destinatario de la acción y el fin, es decir, el que hace con él.
Aunque las fantasía no tienen
realidad objetiva externa, que son fenómenos estrictamente psíquicos que no pueden
ser tocados ni vistos, no obstante producen efectos totalmente reales que se extienden más allá del mundo interno
de la mente, influyendo en el desarrollo corporal y en la conducta del sujeto,
y por lo tanto, también en los cuerpos en las mentes de otros sujetos. La mera
creencia del bebé en el haber introyectado un pecho gratificante, y por ende
bueno, va seguido de la creencia en su propia bondad; en tanto que en este
mismo bebé o en otro cualquiera, la introyección o reintroyección de un pecho
malo, mordido y torturado, de lo que es seguido es de la creencia en su propia
maldad. Estas alternativas, positivas y negativas frente a sí mismo y el mundo
externo, condicionan profundos cambios de la conducta del niño, lo cual, y como
consecuencia, condiciona la conducta de sus cuidadores.
Todos los impulsos del ello se
transforman en mecanismo del yo a través de la polifacética fantasía y
siguiendo las siguientes etapas:
a)
Las primeras fantasías se construyen sobre los impulsos
orales que van ligados al gusto, olfato, tacto y sensaciones cinestésicas y
viscerales, vinculándose sobre todo, con la experiencia de tragar. En este
momento existen my pocos elementos visuales.
b) Estas sensaciones empiezan a constituir una primera
experiencia corporal, si bien con escasa capacidad para relacionarse con un
objeto externo como tal, pero son capaces de ir confiriendo a la fantasía una
cualidad corporal concreta, una especia de “yo-idad” experimentada en el propio
cuerpo. En esta etapa, la piel todavía no es percibido como límite entre las
realidades interna y externa, ni siquiera se pueden distinguir las imágenes de
las sensaciones reales y percepciones exteriores.
c)
Poco a poco aumenta el elemento visual de la percepción
el cual es intensamente vivido, aunque con frecuencia puede confundirse con lo
fantaseado.
d) Empiezan a predominas los elementos visuales sobre los
somáticos, y son estos elementos visuales lo que al diferenciar e integrarse
espacialmente, permiten que vaya surgiendo la diferencia entre mundo interno y
mundo externo. Las “imágenes” surgen, porque a los elementos visuales que se
refieren al exterior, van siendo en parte reprimidos, se les priva de la
emoción y de las propias ataduras personales, transformándose en las “imágenes”
de objetos externos que ya se reconocen como tales.
e) Estas imágenes así constituidas, por el hecho de estar
en la mente, afectan al aparato psíquico, influyendo sobre los sentimientos, la
conducta y el carácter. Ocurre esto porque van acompañadas de elementos
somáticos reprimidos e inconscientes, dentro del mundo inconsciente del deseo y
la fantasía.
Va siendo la propia realidad
exterior la que fuerza al niño a prestarle la atención necesaria a partir de
las primeras venticuatro horas de su existencia, siendo ya los fenómenos que
entonces ocurren los que deben aportar ya los materiales necesarios para que se
inicie la fantasía y la memoria. En un principio la psique trata de la misma
manera a los estímulos procedentes de dentro como de fuera a través de los mecanismos
de proyección e introyección. Pero precisamente y de acuerdo con Freud, es la
desilusión que acompaña a la satisfacción alucinatoria la que fuerza la
iniciación de adaptarse a la realidad. Y ya, a partir de aquí, toda clase de
aprendizaje depende del deseo, la curiosidad y el temor.
Las dos formas de pensamiento, la
realista y la fantástica pueden entremezclarse. Pero no solo ocurre eso, sino
que parece ser que el pensamiento realista no puede desenvolverse sin la
presencia y el apoyo de las fantasías inconscientes.
Melanie Klein adoptó el punto de
vista de S. Ferenczi acerca de la identificación primaria. Esta identificación
surge del esfuerzo que realiza el bebé para volver a descubrir, en cada objeto,
sus propios órganos y el funcionamiento de estos. Esta necesidad de
redescubrimiento es considerar como la precursora de la simbolización. También
la Sra. Klein adoptó el punto de vista de E. Jones, para quien a partir del
principio del placer, se hace posible el que dos objetos distintos puedan ser
mentalmente equiparados gracias a la creación de un vínculo afectivo de
interés. Pudo demostrar la Sra. Klein, a través de abundante material clínico,
de que manera la función simbólica primaria de los objetos externos permite que
el yo elabore fantasías a través de juegos y manipulaciones, surgiendo de esta
manera las sublimaciones a través de dichos juegos, los cuales van construyendo
un puente entre el mundo interno y el externo por donde circula la libido, que
en lugar de estancarse corre vivaz hacia nuevos objetivos. Así surgen el
interés hacia el mundo exterior, el cual queda en gran parte libinizado a
través del proceso de la elaboración de símbolos. Precisamente es a través del
juego espontáneo como el niño crea y fomenta las primeras formas del
pensamiento que refieren al “como si…”. Ante una necesidad emocional presente
el niño, en sus juegos, evoca situaciones pasadas “como si…” y de paso va
adaptando su juego para resolver la situación afectiva planteada en el
presente. Las modificaciones que va introduciendo, parece que tienen una
estrecha relación con la posibilidad de poder evocar el futuro en hipótesis constructivas
y por tanto desarrollar las consecuencias de los “si…”. Por eso el juego imaginativo del niño es muy
significativo, no solo ya por las posibilidades de adaptación al presente sino
porque se abren el camino futuro hacia la ciencia, el arte y cualquier tipo de
razonamiento hipotético.
Continuará…
Apuntes cedidos en su día por la Dra. Mª
Luisa Herrero
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