Resultan relajantes y traen a la imaginación la niñez. Son una forma de desconectar a la vez que se ejercita la lógica y la creatividad
A principios del siglo XX, el psicólogo Car G. Jüng fue uno de los primeros occidentales en usar el coloreado como técnica de relajación, recurriendo a los famosos mandalas: estos son diseños concéntricos con motivos geométricos que se originaron en India.
Pero ya desde hace unos años colorear ya no es solo cosa de niños. Sobre todo desde que se descubrió que los adultos pueden obtener bienestar, tranquilidad y que la favorece la actividad de áreas del cerebro relacionadas con las habilidades motoras, los sentidos y la creatividad. Por eso, han ido apareciendo libros de colorear para adultos en Europa, Estados Unidos y también en España, donde la editorial Espasa publicó, por ejemplo, un libro de dibujos de Forges.
El ilustrador Richard Merritt ha explicado en BBC el que para él es el secreto de su éxito: «le brindan a los adultos la opción de «perderse durante unas horas y dejar que se apague su cerebro». Por su parte, la ilustradora escocesa Johanna Basford
ha añadido que esta es una forma de desconectarse de las pantallas de
los móviles y ordenadores, lo que para ella es una «desintoxicación
digital». Para ella, es muy beneficioso trabajar en algo analógico y sin
«ser interrumpidos por un tuit o un correo electrónico», solo por el
hecho de buscar placer: «No hay reglas de lo que está bien y lo que está
mal».
Tal como explicó la psicóloga Gloria Martínez Ayala en «The Huffington Post»,
cuando se colorea los dos hemisferios cerebrales se activan:
«Seleccionar los colores implica una actividad lógica, y creatividad por
la forma de combinarlos. Esto incorpora a áreas cerebrales implicadas en visión y habilidades motoras (para
coordinarse y hacer movimientos precisos). Además, la relajación
disminuye los niveles de actividad de la amígdala, una parte central del
cerebro que está implicada en el control de las emociones y que suele
estar afectada por el estrés».
En términos generales, colorear reduce el estrés
porque el cerebro se enfoca en una actividad particular, de modo que
las preocupaciones quedan en segundo plano. Además, la psicóloga añadió
que este ejercicio «trae a nuestra imaginación nuestra niñez, un período en el que realmente teníamos poco estrés».