(Una mirada
desde la Psicología Analítica de C. G. Jung)
Celebrando
el ¡40 cumpleaños de Ediciones de la Torre!, tarea titánica, hercúlea y heroica,
la de esta humilde editorial que sigue aportando un tesoro a la tarea de
trasmisión del conocimiento, contribuiré
durante este 2016 guiando la reflexión hacia esa fuente del rico lenguaje simbólico
que nos aporta el mito.
En esta
primera aproximación, más que profundizar en un mito concreto, desarrollaré las
bases de aproximación, el caleidoscopio que nos llevará a “mirar” la infinita
gama de colores/sentidos que los mitos contienen.
Poema
acadio de Gilgamesh. Museo Británico.
¿Por qué los mitos? Porque nos ayudan a encontrar pistas en
la eterna búsqueda del sentido individual de la vida y porque tienen la ventaja
de ser material colectivo. No son “inventados” por un autor, por lo que no
necesitamos las asociaciones personales para entenderlos, como en el caso de
los sueños. Podemos decir que los mitos son los “sueños colectivos” de un pueblo, con las connotaciones históricas y
culturales de la época en la que emergen.
¿Para qué? En un momento histórico de predominio del
materialismo científico tiene un sentido compensatorio, de reequilibrio
psíquico, volver a beber del lenguaje simbólico vivo que hallamos en los mitos,
los sueños, las religiones, los textos alquímicos, los cuentos de hadas, el
arte que transciende las modas. Este lenguaje es el “idioma del inconsciente”
el cual tiene la peculiaridad de ser un lenguaje arcaico para el que la mayoría
de la población moderna se ha convertido en “analfabeta”. Nos recuerda Jung: “Actualmente los mitos para una gran mayoría
son como las imágenes delirantes de los psicóticos, incomprensibles,
irracionales, pues desconocen su “oculta” vinculación con un sentido no sólo
racional sino vivencial”
Entre los
exploradores de la psique que nos aportaron un instrumento para adentrarnos en
el laberíntico espacio del inconsciente está la Psicología Analítica del Dr.
Jung, fruto de su larga experiencia profesional de trabajo con pacientes
señala: “Alrededor de un tercio de mis
casos no sufren de ninguna neurosis que pueda definirse clínicamente, sino de
un sinsentido y falta de objetivos en sus vidas. No eran excéntricos infelices,
sino con mucha frecuencia personas excepcionalmente capaces, virtuosas y
valientes”. Eran neuróticos porque compartían lo que Jung llamó “la neurosis general de nuestro tiempo”
un sentimiento cada vez más extendido de la futilidad y banalidad de la vida.
En la mayoría de los casos va de la mano de una sensación de vacío espiritual y
desarraigo del entramado mítico y cultural.
¿Cómo pueden
ser “hilo de Ariadna”? dándonos
pistas para vivir lo que Jung llamó
proceso de individuación; ese especial “viaje” de la vida, que conduce al ser
humano a hacerse único y diferenciado, evolucionar hacia una totalidad y plenitud cada vez mayor. Es un
proceso que no concluye cumpliendo determinada edad pues se corresponde con la
capacidad innata de crecimiento psíquico hasta el final. Son muy cuantiosos los
mitos del héroe que en su esencia expresan este desarrollo difícil y único no
exento de peligros (Gilgamesh, Osiris, Ulises, Orfeo, Cristo…)
Orfeo
y Eurídice. Gustave Moreau
El viaje de
la vida es una de las metáforas clásicas. Con la tristeza por la partida, la
despedida y pérdida de lo conocido pero
llena de intensidad emocional y anhelo por las aventuras que vendrán. El viaje, cuajado de pruebas, transiciones, reveses, decepciones,
logros, que nos conducen al regreso, marcado por la transformación, la
realización, y la culminación del viaje…de nuestra Vida… de la que somos los
propios héroes. La desvinculación con la necesidad de lo transcendente y la
práctica desaparición de los ritos de paso en nuestra cultura, nos ha
desconectado de los imperativos arquetípicos que ayudan a transformar nuestras
vidas y nos ha dejado sin un contexto mítico que dé significado; este hecho es
especialmente amenazante en la etapa de la adolescencia, no en vano, es una
realidad psíquica la necesidad de autoafirmación, la vivencia del desafío a lo
establecido y la conquista, necesidades vitales que si no tienen un cauce cultural
y comunitario, se expresan en conductas de riesgo como el balconing, el
puenting, o en rituales iniciáticos para pertenecer a una banda urbana, algunos
de ellos, con pruebas de extrema crueldad.
El mito,
copa y fuente que mana, néctar que aturde o embelesa…bebiendo agua apagamos la
sed del cuerpo y del momento; volveremos a tener sed, pero lo esencial es que
en cada sorbo de agua/conocimiento participamos del misterio de la vida.
Elisa
Sanz Oleo
Médico
Psicoterapeuta