(Una mirada desde la
Psicología Analítica de C. G. Jung)
Con la llegada del
solsticio de verano, en este 2016, coincidente con luna llena y recién frisada
la noche del 21 de junio, nueva cita en y con “Aprender a Pensar”.
En la entrega de
primavera y celebrando ¡los 40 años de Ediciones de la Torre! propuse
adentrarnos en la riqueza simbólica de los mitos. HERMES/Mercurio, dios del
Olimpo griego, es el elegido para esta entrega.
Nace de la unión de la más joven de las Pléyades, Maya, con Zeus. Esta pareja constituye una de
las más significativas infidelidades de Zeus, pues Maya, es semidiosa; las
uniones entre divinidades y semidioses o humanos, inician estirpes de mortales heroicas
pero no divinas. De esta unión surge uno de los doce dioses del Olimpo: Hermes, alumbrado en una cueva del monte Cilene en la
Arcadia. Al poco de nacer, mostró una asombrosa
precocidad para las trampas. Escapándose llegó a Tesalia, robó los bueyes del
rebaño de su hermano Apolo e ideó una treta; puso “calzas” a las patas
delanteras del ganado y lo condujo a una cueva para despistar y ocultar su
robo. Volviendo a su gruta, encontró una
tortuga que mató, vació; con las tripas de los dos bueyes sacrificados
construyó las cuerdas de la primera lira. Por ello es el inventor de la música.
Cuando Apolo con sus artes adivinatorias descubre que su medio hermano es el
ladrón, se presenta iracundo ante Maya, que
le exculpa, aunque sabe de la fechoría. Apolo le arranca a Hermes de la cuna y
le conduce ante su padre. Hermes con su proverbial astucia ¡trató de engañar al
todopoderoso Zeus! que rió la “gracia” pero le obligó a restituir lo robado. A
Hermes no le queda más remedio que conducir a su hermano Apolo a la gruta donde
esconde sus bueyes. Antes de entrar, cautivó al hermano, con la belleza del
sonido de la lira. Apolo acepta perder
sus bueyes para poseer la lira: se instituye el trueque. Viendo el
resultado, Hermes improvisa la flauta y Apolo anhela conseguirla
ofreciendo a su hermano el caduceo de oro que usaba en su tarea de pastor.
Hermes
acepta, convirtiéndose en uno de los símbolos que le representan.
Seductor nato, Hermes tuvo infinidad de amantes y múltiple
descendencia: Hermafrodito, hijo bellísimo engendrado con la diosa
Afrodita y al que el amor rechazado y el
abrazo eterno de la ninfa Salmácide le convirtió en bisexual. También le
atribuyen la paternidad de Pan, dios
del séquito dionisíaco, fruto de los amores con la ninfa Dríope…
Zeus, le encarga todo tipo de tareas. En la Gigantomaquia
lucha junto a su padre para matar al gigante Hipólito. En la Tifonomaquia,
Hermes roba los tendones de Zeus a Tifón, devolviéndoselos a su padre para
vencerle. Rescata a Ares, encerrado en un recipiente de bronce por los hijos de
Poseidón. Los celos de Hera convierten a
Io, su sacerdotisa, en vaca blanca, pues
Zeus la había seducido. Le pone de guardián a Argo, “el que todo lo ve” por sus múltiples ojos. Zeus le pide que la rescate y a Hermes no le
queda más remedio que matar a Argo con una pedrada para rescatarla. En la Ilíada,
acompaña compasivamente a Príamo, mítico rey de Troya, en la trágica escena
donde suplica a Aquiles el cadáver de su hijo Héctor. Protege a Ulises contra
los hechizos de Circe, en la Odisea, dándole una planta mágica. A otros héroes les ayuda prestando sus
instrumentos para que realicen sus hazañas como su espada a Heracles y el casco
y las sandalias a Perseo.
En su diversidad de funciones, L. Kahn Liotard señala que dos
aspectos enhebran la pluridisciplinaridad de Hermes, como guía y mediador entre la divinidad y los hombres, velaba los
caminos, a los pastores, acompañaba a
los infiernos a las almas de los muertos en su función de psicopompo; y la
astucia, que facilita la trampa o la inteligencia práctica por ello
fue dios de la elocuencia, de los
ladrones, del comercio. Hermes recoge
elementos significativos del inconsciente colectivo mediterráneo. Conjuga dos
opuestos difíciles de integrar, representando la faceta del mito del héroe
granuja y tramposo además de ser el gran dios de la sabiduría hermética: Hermes
Trimegistro, el tres veces grande, dios de la Alquimia.
“HERMES, Señor del Mundo, el que vive
en los corazones, órbita de la luna, círculo y cuadrado, inventor de las
palabras de la lengua, obediente a la rectitud, portador de clámide, calzado
con las alas, el que gobierna la lengua que posee todos los tonos, profeta de
los mortales…” Papyrus XVII (Strasburg), 1.179, 1ss
Actualmente puede “expresarse” en diferentes ámbitos. Estamos
en la era de la comunicación inteligente, con toda la aportación del avance
tecnológico puesto al servicio de los medios de transporte (aviones, trenes de alta velocidad “que casi
vuelan”/alas de Hermes) como en los medios de comunicación (radio, telefonía
móvil, televisión, ordenadores…)
Esta peculiaridad de unir lo dispar, junto a la astucia, la
inteligencia, la elocuencia, le han convertido en el mensajero de los dioses.
Por tanto el dios Hermes/Mercurio porta en su mito la peculiaridad de transitar
ambos mundos en su tarea de conector/mensajero, tarea especialmente necesaria
para los tiempos que corren.
Elisa
Sanz Oleo
Médico
Psicoterapeuta
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