Los colores expresan las principales funciones psíquicas de la persona: pensamiento, sentimiento, intuición y sensación.”
El psicoanalista Carl Gustav Jung,
no se equivocaba. Desde siempre, los colores han sido parte fundamental
del ser humano quien ha buscado encontrar, en ellos, una complicidad
intrínseca con el medio, realzando sus virtudes y valores.
A partir de la premisa de que los colores
tienen su propio valor de expresión e influyen de forma directa en el
estado de ánimo de las personas, se busca crear e instaurar una cromoterapia que se ocupe activamente de los trastornos psíquicos y las enfermedades psicosomáticas.
Aunque esta es una teoría recién
retomada, no es una postulación nueva. Ya desde los tiempos de las
antiguas civilizaciones griega y romana la teoría de la influencia del color en el cuerpo humano había sido adoptada por filósofos y físicos.
Los colores tienen su propio valor de expresión e influyen de forma directa en el estado de ánimo de las personas/
Los colores tienen su propio valor de expresión e influyen de forma directa en el estado de ánimo de las personas/
Una de las aportaciones más importantes sobre esta rama la dio a conocer Empédocles con su teoría humoral,
que mantiene que el cuerpo esta construido por cuatro sustancias
básicas, llamadas humores ( una especie de líquidos), cuyo equilibrio
indica el estado de salud de la persona y todas las enfermedades y
discapacidades resultarían en un exceso o déficit de alguno de esos
humores.
Cada humor tenia asignado un color: rojo,
amarillo, blanco y negro; que representaban los cuatro elementos del
mundo (fuego, agua, tierra y aire) y eran también los cuatro colores
sagrados de la alquimia. El hombre podía entonces ser sanguinario,
colérico, flemático o melancólico.
Actualmente, y siguiendo la división establecida por la óptica y la psicología experimental, existen dos grupos bien concretos: colores cálidos -también llamados avanzantes- y colores fríos – o retrocedentes-.
Los primeros están formados por el rojo, anaranjado, amarillo y el blanco. Estos favorecen los procesos de adaptación y de animación estimulante y excitantes, son tonalidades que dan la apariencia de “ser más próximas” pues otorgan mayor sensación de volumen.
Los segundos mantienen entre su gama al
azul, añil, violeta, índigo y negro. Se encuentran relacionados con un
proceso de oposición y caída, mantienen un poder sedante, apaciguador y producen una “sensación de lejanía”.
Cada persona esta, de alguna manera,
asociada a un color concreto que la caracteriza de los demás. Conocer el
color de la imagen personal es el propósito de la cromoterapia (y
posteriormente se buscara, como en la época de los humores, nivelar esa
simbología). Conocer nuestro color dependerá de tres factores:
- El color se sienta bien para la persona
- El color armonice con sus tonos naturales (piel, cabello, ojos)
- El color mantenga una estrecha relacion con nuestra personalidad
La experta Núria Chillón Carranza
advierte que el color ha formado parte inherente de nuestra cultura,
desde tiempos ancestrales. Se les ha percibido como capaces de afectar
el estado de animo y cada tonalidad es asociada a una carga simbólica,
consecuencia del uso que cada civilizacion hace de ellos.
En nuestra vida cotidiana, ya sea
decoración, vivienda o vestido, los colores que elegimos transmiten
sentimientos, valores y emociones. Su fuerza radica en los mensajes
cromáticos que emiten, pues mantienen la capacidad de influir en nuestro estado de ánimo y la percepción que otros tienen de nosotros.
Cada persona cuenta con connotaciones que
influyen en la elección que ella misma haga de su vida en torno a la
coloración que prefiera. Al escoger una tonalidad para un día en
concreto -ya sea a través de un pañuelo, corbata o prenda de vestir-
estamos influyendo en nuestra propia percepción de un estado de ánimo
que gravitará poderosamente en los logros y acontecimientos de esa
jornada, y más importantemente, en nuestra propia felicidad o sentido
del bienestar.
Al escoger una tonalidad para un día en concreto estamos influyendo en nuestra propia percepción de un estado de ánimo
Es un artículo requetebonito
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